viernes, 20 de noviembre de 2009

CUENTO DE SOLSTICIO DE INVIERNO


CUENTO DEL SOLTICIO DE INVIERNO o de como empieza una tradicción

Ilbio se sentó, una vez más, en aquella piedra que parecía hecha para él.
Recordaba, ensimismado, aquél lejano tiempo que la descubrió y, por primera vez, se entó en ella sintiendo que sus entrañas se removían y se hacía uno con el entorno. Era su lugar sagrado.
Sus hermanos y primos así como sus respectivas parejas, al morir sus progenitores, eligiéndole como lider, emprendieron una exploración de terrenos más productivos donde afincarse y hacer un nuevo poblado; llegando a aquellos poblados que prometían fertilidad. Ricos pastos y agua abundante con la particularidad de aquél risco que, majestuosamente emergía del centro de la pradera donde, en su mejor atalaya, se encontraba la piedra que le servía de asiento, de su trono, porque allí el se sentía como un rey.
Realmente así le consideraban todos los de la aldea que había formado.El había sido el líder y seguía siendo el guía del poblado, ya próspero para todos.
Ahora, pasando tanto tiempo, volvía a ver de nuevo como el sol se iba poniendo en el horizonte; escondíendose cada día mas pronto detrás de aquellas montañas que estaban a lo lejos.
Pronto había de llegar ese día que era tan corto y la noche tan larga y que, después, el sol retornaría con más fuerza para alargar los días y las semillas comenzaran a germinar.
Se sentía mayor y sin muchas energías. Pensaba decir a los suyos que desistía ya de las labores del campo; que le tocaba ya la marcha, por lo que meditaba como quería hacerselo saber. MUchos de los suyos ya se habían marchado de este mundo, no sabía como él resistía aún. Era el más longevo.
La cosecha de frutos había sido espléndida. El silo de la comunidad y el de cada uno estaba repleto de manzanas y de frutos secos que ayudaría a pasar cómodamente el crudo invierno.
Pensó que la mejor manera sería convocar a todos los de la tribu y los lugareños de los alrededores, casi todos ellos provenientes del mismo entroncamiento familiar.
Kara, su mujer y el en compañía de no más de 15 personas habían comenzado aquel poblado que ahora se había quinduplicado y seguía su desarrollo.
Cercanos a ellos se habían asentado otros pobladores provenientes del norte que habían aportado ganado y se habían mezclado con ellos, conviertiendo así la comarca en una población próspera y bien avenida.
Había decidido convovar a todos los de su tribu, así como a las tribus aledañas, que ya estaban emparentados, al fin y al cabo, todos venían a él parapedirle consejo y ayuda, por lo que le consideraban como a un líder.
Era el momento de retribuírles algún regalo a cada uno. Sabía que su fin era cercano y él había recibido de ellos muchos presentes a lo largo de su vida como ofrenda por sus consejos.
Bajó de su "trono", se dirigió a la cabaña y convocó a los suyos.
-Llega mi hora de partida -les dijo-y pronto será el día más corto del año, por lo que, tal día, haremos una fiesta de despedida, como si lo hiciéramos al sol y para ofrendar a todos e invocar al nuevo sol que nos provea de buenas cosechas venideras. Id por las aldeas y que vengan todos, los quiero ver antes de partir.
Sus hijos y yernos salieron a comunicar a las aldeas la noticia para que, en dos días, se personaran en la aldea central para agasajar a Ilbio y ser a la vez reconocidos todos por él y darle el adiós postrero.
Se celebró una gran fiesta. Era la época en la que los agricultores tenían poca labranza. La recolección había llegado a su fin y sólo quedaba tomar el sol, preparar la tierra y recoger leños para los días crudos que vendrían.
Ilbio celebro con todos y a cada uno le dió un presente de frutas de su propia cosecha y queso de sus mejores cabras.
Hicieron una gran celebración y, como ILbio propuso, exhortarían al sol que, tras su descanso, renaciera luego con más brío de energía para que la nueva cosecha fuera productiva.
Pasé el día mas corto y dos días más durante los cuales las fiestas y los encuentros entre familia, no sólo había sido beneficioso para todos,sino que había reinado una paz y entendimiento que perpetuaría en las siguientes generaciones. Se habían reencontrado parientes que no se conocían y niños nuevos con los cuales entablar alianzas y casamientos.
Pasaron nuevas épocas, y cada año,por las fechas del Solsticio de Invierno; cuando las labores del campo habían terminado y el sol se iba a descansar, todos los descendientes de aquella tribu, se reunían para reencontrarse y establecer lazos de convivencia y amistad para seguir; no sólo honrando a Ilbio, que había muerto dos días después de la primera celebración, sino para perpetuar ese día que el sol descansaba para remontar con nuevos bríos.
Así empezó lo que, un día, a lo largo de los siglos, es la festividad mas comercial y consumista de todo el Orbe.

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